La noche auguraba una velada a la luz de las velas y bailando al son de la pandereta, viéndonos las caras en una penumbra de aquelarre con la sensación de estar bailando con lobos.
Pero he aquí que se hizo la luz milagrosamente a la hora precisa.
Cena de despedida de año (como manda la tradición). Gozamos del marisco, carne y pescado; regados con vino, cava o sidra, que, aunque ya por poco tiempo, es champanada.
Y lo mejor, siempre al final, el baile: salsa caribeña, merengue frenético, cadencioso bolero.
¡BAILANDO SIN VELAS Y A TODO TRAPO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario